La Revolución Mexicana de 1910 produjo un verdadero renacimiento cultural, en el que participaron filósofos, antropólogos, arquitectos, escritores, músicos y artistas visuales. Estos últimos crearon un movimiento muralista particularmente crítico, en el que participaron Jose Clemente Orozco, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, Fermín Revueltas y Alva de la Canal, entre otros.
Desde mi punto de vista, el movimiento muralistico mexicano, iniciado en la década de los veintes, fué un proceso de rompimiento con el neoclasicismo dominante a finales del siglo XIX y principios del XX. Su contenido politico e ideológico fué un esfuerzo serio por revisar nuestra historia, representándola en sus diferentes épocas: el Mexico Precolombino, la Conquista, la Colonia, la Independencia, la Reforma, la Revolución y las aspiraciones del pueblo mexicano.
Desde el punto de vista de la forma y lo pictórico, hubo grandes esfuerzos por desarrollar formas sintéticas y de carácter monumental, como en Orozco, que produjo obras de gran fuerza expresiva, con un sentido crítico-revolucionario y en gran parte con un colorido muy sobrio e innovador; ó los murales con composición barroca de Diego Rivera. Siqueiros tuvo como una de sus mayores preocupaciones, la de que sus obras pudieran ser vistas por espectadores en movimiento -y desde diferentes ángulos. El fué uno de los que produjeron un mayor número de elementos teóricos. El movimiento en conjunto constituye sin duda una aportación al arte contemporáneo: sin proponérselo, abrieron una alternativa en el arte nacional e internacional, que con muchas variantes continúa viva en nuestro país y en algunos otros, durante el siglo XX, y ha penetrado en el XXI.
Digo altemativa, porque precisamente el mural es una de las formas del arte público que permiten a los artistas visuales realizarse mejor, al establecer una amplia relación y comunicación con el conjunto de la sociedad. Con altas y bajas, se sigue haciendo pintura mural en nuestro país y sigue influyendo en la de otros paises: ejemplo de esto es que en Estados Unidos, por dicha influencia y por su propia iniciativa, los artistas de las diferentes minorías étnicas -y de la mayoría anglosajona- han producido más de mil murales en los últimos treinta años. Otro ejemplo es la ejecución de varios murales en París, durante la década de los cincuentas.
Mi relación previa con ingenieros, arquitectos, urbanistas y la permanente con profesionistas y artistas de diferentes disciplinas, enriquecieron mi trabajo y su desarrollo. Mi obra tuvo desde sus inicios un contenido social, paulatinamente motivado por la historia reciente de nuestro país. Fuí invitado por sectores en lucha, estudiantes, maestros, obreros, campesinos, colonos, etc. y la relación con ellos tuvo siempre un sentido solidario, tratando de interpretar los sentimientos y el pensamiento colectivos. En conflictos muy encontrados, algunos murales se tuvieron que realizar varias veces en el mismo lugar.
Mi temática no se limitaba a los movimientos locales y regionales: también abordé cuestiones de carácter nacional y universales. Con la ayuda de algunas personas y agrupaciones, realicé más de ciento setenta murales en la mayor parte del territorio nacional, Estados Unidos, Canadá y Costa Rica; en universidades, tecnológicos, normales rurales, sindicatos y comunidades campesinas.
No toda mi obra mural es igual, algunos parecen grandes carteles, otros los pude realizar con mejores materiales y con mayor intensidad y variedad cromática. Y como la mayoría de los muralistas, paralelamente produje obras de pequeño y mediano formato, asi como ilustraciones de periódicos populares, libros de poesía, portadas de discos, obra gráfica, acrílicos y esculturas.
En 1969, antes de iniciar la "obra popular" coordiné obras colectivas con la participación de artistas profesionales como Francisco Moreno Capdevila, Benito Messeguer, Gustavo Martínez Bermúdez, Jesús Gutiérrez y Byron Gálvez, entre otros. Realizamos esculturas en ferrocemento, relieves en poliester y murales con grano de mármol, de cuarenta metros de altura.
Por las condiciones materiales de los muros, pero principalmente por el contenido sociopolítico de mi obra, gran parte de ella se ha desintegrado con el paso del tiempo; pero otras han sido destruídas con la participación de policía uniformada -en la ciudad de Toluca; por porros, en la Universidad Autónoma de Baja California; grupos paramilitares como "los micos" en Hermosillo, Sonora, etcétera. Las obras que se conservan, algunas de ellas en la vía pública, siguen ahí porque los sectores y el pueblo las consideran su patrimonio.
Personalmente, considero al arte como una de las actividades en que el hombre es capaz de ejercitar el grado más alto de libertad. Lo concibo cerca del transcurrir cotidiano, desmitificado, al servicio de la comunidad: como medio de comunicación, conocimiento, critica, afirmación, imaginación. Vital, enfrentándose a la problemática socio-económica y anímica del ser humano; solidario de los anhelos del pensamiento revolucionario en el más amplio sentido. Opuesto a la alineación, al mercado de consumo, a la especulación, a la explotación y a la vulgaridad. Como elemento transformador, valorador y dignificador del fenómeno de la existencia.
En una ocasión me preguntaron:
-como artista, que le gustaría cambiar en el país?,
-(...) lo que quiero es que se entienda que este país tiene derecho a una etapa de producción de arte plástico tan importante como no la ha tenido en toda la era moderna.*
José Hernández Delgadillo
Noviembre del 2000.
(*) El Nacional, 24 de abril/ 95.