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JOAN LLUIS MONTANE,
CRITICO DE ARTE |
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MANOLO VALDES
De Ariadna a Horta d'Ebre.
Nacido en València, España, el 8 de marzo de 1942, en 1964 forma el Equipo Crónica con A.
Toledo y Rafael Solbes. Después de que Toledo abandone el grupo en 1965, continúan Solbes y
Valdés hasta la muerte del primero en noviembre de 1981.
Prolífico y muy activo, con más de 100 exposiciones individuales el creador valenciano vive en
Nueva York, en la zona de Manhattan.
Su obra se caracteriza por ser extraordinariamente visual, incorporando elementos del
entorno.
Ahora, en su estancia en Nueva York, trabaja con hierro, cartones y cajas de cartón
empaquetadas encontradas en la intemperie de la gran urbe.
También utiliza restos de tuberías de plomo, trozos, fragmentos y utensilios de la pasada
civilización industrial que recicla y les da una utilización artística.
Su capacidad de reubicación de los materiales y su transformación en otros más perennes es
clara. Del cartón al bronce, de las tuberías a los hierros.
Amelie I, II, III y IV, hierro y bronce, esculturas que exhiben construcción geométrica
expresiva, reconfigurando las planchas de hierro, estructurándolas de tal forma que presenta
una formación urbana de carácter construido a modo de pelos, de coronas mágicas de las mujeres
de la historia que existen en el imaginario colectivo del intelecto mundial. Mientras que sus
rostros están formados por caras sin detalle de bronce sensual o de mármol sugerente.
De lo contemporáneo a lo clásico, pasando por la idealización de personajes femeninos
emblemáticos y futuristas a la vez. Cabezas pensantes, pelos trenzados, estructurados, formados
por una dinamicidad efervescente.
Irene, bronce y hierro, elegancia y clasicismo, combinación armónica que lleva a cabo a través
del diálogo entre la geometría y la figuración.
Regina, VI, VIII o IX, bronce, coronado con antiguos cartones, yunques o hierros,
transformados, vehiculados dentro de nuevas perspectivas, elaborados en línea con la diversidad
de homenajes que jalonan la causa de la pasada civilización industrial.
Culto a una época, al siglo de la transformación tecnológica, digno sucesor del siglo de las
luces.
Sus Reginas son homenajes a la civilización pasada, a la vanguardia histórica, a los futuristas
y sus manifiestos, pero también a los clásicos y a la belleza, que, a pesar de lo que digan,
sigue existiendo.
Ariadna II y Ariadna IV, laberinto del minotauro. Hilo de oro que nos marca la salida. Todo
ello dentro del polvo de la historia y del mito.
De lo historiado, suceso y del mito que traspasa el umbral del espejo que le conduce a la
fantasía, imaginación, crónica desbordada de lo inusual.
De esta forma lo real y el paradigma de la fantasía se dan la mano en su obra para construir el
camino de la llave de la puerta hacia una era en la que la iconografía no muere pero se
transforma.
Como las casas d'Horta d'Ebre, que recuerdan las cajas de cartón que el creador valenciano
encuentra en las calles de Manhattan.
Casas que son formas que son geometrías que vislumbran el paso de los genios, Miró y Picasso.
Horta d'Ebre, esculturas que homenajean en mármol la localidad emblemática. Crónica visual de
un tiempo y de un lugar que está en la memoria de todos.
Peinados lineales de sus mujeres-mito, mientras que las Ariadnas no se despistan en el
laberinto.
De lo evidente catarsis de las formas que son temáticas que construyen elementos de juicio para
elaborar una obra coherente, en la que el pasado y el presente se unen para dar paso a los
genios, pero también a los acontecimientos que en el mundo han sido.
Joan Lluís Montané.
De las asociaciones: Associació Catalana de Crítics d'Art, Asociación Madrileña de Críticos de
Arte, Asociación Española de Críticos de Arte y de la Asociación Internacional de Críticos de
Arte.
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