  | 
              | 
            JOAN LLUIS MONTANE,  
              CRITICO DE ARTE | 
            
  | 
           
         
        
        
           
  
  | 
            
            PILAR COCERO
  
          Del discurso abstracto a las referencias de paisaje imaginario
  
         
Pilar Cocero elabora un discurso informalista, tanto en su obra de esmalte sobre plancha de 
cobre como en su creación pictórica, realizada en óleo sobre tela o plancha metálica y la de 
acrílico sobre los mismos soportes.  
En esta ocasión presenta pintura realizada en óleo o bien acrílico sobre tela y plancha de 
cobre o aluminio, según los casos. Investigadora, dotada de una gran capacidad para la 
experimentación evidente, conforma un discurso abstracto, alejándose de lo iconico, 
profundizando en el instante, desarrollando una idea cromática que, parte de un momento, pero 
que, luego, elabora, trasmuta y cambia hasta alcanzar los efectos deseados. 
En este sentido su creación se basa en la dialéctica del color, en la densidad de la materia, 
en la esencialidad de la mixtura de ambos. 
Aunque emplea la materia, no abusa de ella. La trabaja en densidad, sometiéndola a un proceso 
de desgaste, para darle la pátina adecuada al color. 
No escoge colores puros, sino que busca la mezcla para, a partir de la simbiosis, adentrarse en 
el discurso intimista de lo creativo. Se trata de indagar para asentar una poética del instante, 
ejemplificando, a partir del uso de materiales propios y otros que son de diversa procedencia, 
pero que incluyen un elemento adicional de experimentación.  
Esta facultad de emplear materiales no previstos, que son complemento matérico de su pintura, 
es una característica constante y hacen de esta creadora una gran experimentadora de lo no 
concreto. Configura paisajes que son estados de ánimo, que la inducen a adentrarse en los 
vericuetos del alma; que la guían por los magmáticos caminos cristalinos del pigmento que va 
cambiando según la zona. A partir de ellos refleja determinados sentimientos, datos concretos 
que configuran y explican su estado de ánimo.
   
Su pintura es un ente vivo; posee personalidad propia por sí misma. Se independiza, incluso de 
la propia realidad de la artista. Materia, densidad, técnicas de frotagge, salpicaduras, 
superposición y transparencias, todo ello en función de la dialéctica del color, que conforma 
la forma y determina la predisposición del abstracto.  
No está interesada en consolidar estructuras, sino en reflejar sentimientos en un instante 
preciso.
   
Sus obras exhiben superficies que son como gotas de color, que se expanden, transformándose de 
forma continua. Hay un deseo de volar, de ser inconscientemente intimista, en el sentido de 
profundizar en sus deseos, para convertirlos en anhelos y estos en nuevas realidades. La 
dicotomía existente en su obra entre una creación profundamente abstracta, que nace del 
interior, que se nutre de sentidos e ideas, con otra que precisa de referencias exteriores 
posee un sentido directo  con la propia realidad de la artista. 
Sus paisajes son composiciones, en las que el color es materia y la materia forma. De esta 
manera forma y color son compatibles. Es, en este sentido, la explicación de su discurso. La 
experimentación por la experimentación.  Pilar Cocero elabora creaciones que son abstracciones, 
que buscan el contraste matérico, dentro de un planteamiento espacial.  
Investiga plasmar la idea de la libertad, a partir de paisajes abstractos, considerados como 
alardes de imágenes que se agolpan como paráfrasis en el inconsciente. Paisajes del interior, 
reafirmación de la voluntad femenina, potenciación de la expresión libre.  
Dar a conocer el momento, reflejar el color para transformarlo, dentro de una mutabilidad 
constante  es una actitud que se adscribe a la propia realidad de la vida. En el fondo es 
consciente que el abstracto es más fiel a los sentimientos, porque posee una mayor capacidad de 
cambio y de adaptación propia.
  
La poética del instante, se adhiere a la idea que progresa, a la ferviente necesidad de lo 
intrínseco, para ser distinto. Pero captar el momento no significa que potencie la verificación 
de los postulados más inextricables, sino que constituye una apuesta firme por la virtud de lo 
singular, que es la consecuencia derivada del trabajo bien hecho. 
De ahí que la abstracción de Pilar Cocero posea un sello personal, basado en la materia, en la 
adicción de otros elementos y fragmentos de materiales distintos que configuran un universo 
extraño, pero cálido, muy femenino, y, a la vez, universal.
  
Joan Lluís Montané 
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte.
 
 
   | 
 |   
        
          |