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MONTANE 2 ENTREVISTAS
1.-FERNANDO PRADILLA: Director de Galería Pradilla
2.-JUAN GENOVÉS, Luchador Incansable por la Democracia
1.-FERNANDO PRADILLA: Director de la galería del mismo nombre y de ‘El Museo’ de Bogotá,
‘MI OBJETIVO ES DAR A CONOCER EL ARTE CONTEMPORÁNEO LATINOAMERICANO EN EUROPA’.
Fernando Pradilla, director de la galería del mismo nombre, situada en la calle
Claudio Coello de Madrid, es el prototipo de galerista-marchand, que viaja de forma constante,
residiendo quince días en Bogotá, donde dirige la conocida galería ‘El Museo’ y otros quince
días en Madrid, al frente de la Galería Fernando Pradilla, especializada en arte
latinoamericano, fundamentalmente pintura, fotografía y escultura. Conocedor del panorama
artístico internacional, Fernando Pradilla asiste a ARCO y a las principales ferias
internacionales.
-¿Cómo surge Galería Fernando Pradilla en Madrid?.
-Es un proyecto que se
venía gestando desde hace años. Vengo de un continente y de un país donde se ha instalado una
permanente inestabilidad (América-Colombia). Lo que ganas en un año lo pierdes al siguiente. La
situación económica y política en Colombia a principios de los 90 se deterioró. Comencé a
buscar un complemento de mi galería ‘El Museo’ de Bogotá en el exterior. Primero fue México,
luego Caracas, donde existe un potencial de compra significativo y después Europa. A partir de
la Feria de Bruselas encontré este espacio en Madrid, inaugurando la galería en 2001. Para mí
la capital española es la puerta de entrada a la CEE.
-¿Qué análisis realizó del mercado
español de arte contemporáneo para decidirse por nuestro país?
-Hace muchos años comencé a
acudir con stand propio a la Feria de ARCO, viendo las preferencias y las necesidades del
mercado español. Mi oferta se basa en arte latinoamericano contemporáneo, trabajo con valores
que empiezan a ser conocidos en la actualidad, aunque no son primeras figuras a nivel mundial.
-¿En consecuencia su oferta es arte latinoamericano, exclusivamente?
-No, exactamente. Aunque
mi objetivo fundamental es introducir en España y Europa artistas latinoamericanos mi oferta
también comprende a determinados artistas españoles. Una o dos exposiciones al año las dedico a
artistas españoles. El mercado del arte contemporáneo en España es difícil, por que es
relativamente nuevo. Los más de 40 años de aislamiento le han perjudicado mucho. Mientras que
en Alemania, Inglaterra, Francia o Bélgica existe un coleccionismo mucho más asentado. De todas
formas estoy constatando un mayor nivel en nuestro país. La labor que realizan museos e
instituciones es extraordinaria. La galería la he abierto en 2001 y mi visión cada vez es más
positiva, aunque dentro de un contexto de gran complejidad.
-¿Cuál es su apuesta con respecto a los artistas que usted da a conocer?
-En la temporada 2001-2002 escogí artistas muy concretos,
después de una ardua selección. Mi galería trabaja en un proceso de análisis a nivel de cada
país de Latinoamérica. Comenzamos nuestro programa de exposiciones dedicado a Colombia, con
comisarios de mi país. Carlos Jiménez seleccionó a un numeroso grupo de creadores plásticos.
Para esta temporada, 2002-2003, el país escogido de forma mayoritaria es Argentina, con
artistas como Kuitca y Marcos López. Pero también he incorporado creadores de otros países:
Victor Rodríguez (México), Espinelli (Colombia), Álvaro Alfonso y Walter Wolfrat (Brasil) o
Mariana Monteagudo (Venezuela). Para la próxima temporada el país escogido será México, con una
curadoría coordinada por Carlos Aranda.
De cada proyecto seleccionamos tres o cuatro artistas
para trabajarlos con determinación. -De todas formas tienen también cabida otras exposiciones
más generales, con una aportación de artistas más diversa, como es el caso de
‘Menudos Corazones’ o la exposición de pequeño formato... -Está claro que las exposiciones
como ‘Menudos Corazones’ o la de pequeño formato, están concebidas para romper con los esquemas
de la programación habitual de la galería. En el caso de ‘Menudos Corazones’ se trata de una
exposición dentro del contexto de que una vez al año entrego la galería para un proyecto social
que esté medianamente correcto. En este caso las ventas iban destinadas a niños con problemas
de corazón sin medios económicos. En el caso de la exposición de Pequeño Formato se trata de
una colectiva que llevo muchos años organizando también en mi galería de Bogotá. Se trata de
que el público conozca desde artistas consagrados como Botero, Miró o Picasso a creadores más
jóvenes y experimentales o artistas menos conocidos a nivel internacional. -Asimismo tienen un
fondo más clásico, con artistas como Botero, Picasso, etc. -El fondo de nuestra galería, es
decir el denominado mercado secundario, es básico. Se trata de ofrecer a artistas consolidados
como Manolo Valdés, Picasso o Botero, todos ellos artistas del siglo XX. El caso de Botero es
especial, dado que es un artista que llevo en mi galería ‘El Museo’ de Colombia, que desde muy
joven encontró un lenguaje personal específico y que lo ha ido perfeccionando a lo largo de los
años.
-¿La oferta de Fernando Pradilla es más contemporánea y experimental y la de su galería
colombiana, ‘El Museo’, más convencional?
-Son dos tipos de oferta distintas. La Galería El
Museo trabaja con nombres ya establecidos en el mercado mundial del arte como Matta, Botero o
Picasso, mientras que Fernando Pradilla es más experimental y apuesta por valores menos
conocidos dentro de la producción artística latinoamericana. Fundé la galería ‘El Museo’ en
1986, con 2.500 metros cuadrados de espacio. En la actualidad la he trasladado de lugar,
manteniendo el mismo nombre, dirigiendo una galería de 450 metros cuadrados. Aunque Colombia es
tierra de buenos artistas y creadores, de revistas como Art Nexus, sólo existe un periódico,
‘El Tiempo’ que apoye el arte de forma constante y seria. Además Art Nexus procura dar una
visión general de toda América, para abarcar el continente dentro de unas líneas de calidad e
internacionalidad que no le hagan caer en el localismo al estar editada en Colombia. Es un país
en donde es difícil trabajar sino tienes el apoyo del medio. En España es una maravilla, dado
que existe una gran cantidad de medios de comunicación, cultura artística dentro de una cierta
calidad y una gran libertad de elección. ‘Desde el atentado del 11 de setiembre el
coleccionismo norteamericano acude mucho menos a comprar a mi galería’.
-¿Desde que inauguró su galería en España en 2001 cual es su valoración de la actitud del
mercado español y del coleccionismo de nuestro país?
-Desde el atentado del 11 de septiembre de
las Torres Gemelas de Nueva York la realidad del mundo ha cambiado tanto a nivel económico como
político. Con la guerra de Irak, mis clientes norteamericanos en España vienen mucho menos y
compran en menor cuantía. España es un mercado incipiente. Aunque una parte importante de los
artistas del siglo XX son españoles esto no se traduce a nivel de coleccionismo. Hay que tener
en cuenta, además, que una gran mayoría murieron en el exterior. Otra parte importante de mis
compradores importantes son latinoamericanos. Y ello es así porque muchos de ellos poseen su
segunda o tercera residencia en España. Si hago una exposición de creadores mexicanos vendo a
coleccionistas mexicanos, pero, en honor a la verdad, también tengo que decir que he vendido
mucho más de lo que esperaba a coleccionistas españoles. Asimismo, otro factor positivo es
que numerosas galerías españolas se están interesando por mis artistas y esto genera una
dinámica de mercado favorable. Poco a poco me estoy asentando aquí, ya soy miembro de Arte
Madrid y, además, acudo a ARCO de forma
constante, con que ya tengo un espacio garantizado. La asistencia a ferias es significativa
para un galerista, hoy. No es suficiente con tener galería en varios países sino también acudir
de forma constante a ferias. Cada feria es un mercado distinto.
No es lo mismo la feria de París que la de Basel. No podemos comparar la feria de Colonia con
la de Chicago. Debemos asumir riesgos y acudir a ferias distintas por intereses diferentes. Hay
que ir a Caracas, a la Feria de Buenos Aires, en la que, por cierto, ha habido un cambio
positivo a nivel de artistas y oferta de obra en el mercado. Aunque las crisis son desoladoras
a nivel económico, ello no impide que salgan artistas con un nivel de obra encomiable y nuevos
valores con propuestas innovadoras. ‘Una buena obra de arte se basa en el talento del artista y
su capacidad de desarrollo de un lenguaje propio’ -¿Qué condiciones debe reunir una buena obra
de arte? -Tiene que haber un proceso de creación de calidad, además del talento del artista,
preocupado por la búsqueda y elaboración del desarrollo de un lenguaje propio. Asimismo debe
existir la honestidad, ese perfil de identificación entre la obra y el creador, y que esté bien
ejecutada.
-¿Qué diferencias hay entre una buena obra de arte y una obra maestra?
-Para que una obra sea maestra tiene que haber un maestro detrás de la creación.
-¿Dígame algunos nombres de artistas que sean auténticos maestros contemporáneos?
-En relación a artistas españoles destacaría la seducción
de Plensa, la expresividad de Barceló, que es realmente extraordinario y Chillida, fenomenal.
De Latinoamérica, Matta, Torres García y Botero. Ahora bien, considero que no todas las obras
de un artista son iguales de calidad, aunque éste sea un genio. De todas formas lo que está
claro es que las obras importantes de Barceló o Kuitca las identificas plenamente. El argentino
es un creador profundo, que se encuentra dentro de la dinámica de ser un buen pintor y poseer
un excelente concepto. Mi selección se basa en una actitud de análisis individual, en la que
entran fenómenos tales como la emoción o la seducción. En mi caso, antes de comenzar a trabajar
con un artista en concreto, preciso tener una relación personal con él, para conocerlo como ser
humano, ver todas sus reacciones y observar su constancia ante los problemas, además de que su
obra funcione en el plano artístico. Lo ideal es que los artistas seleccionados posean una
sólida estructura y que su obra sea excelente. ‘La parte más maravillosa de la contemporaneidad
es la permisividad existente a nivel creativo’.
-¿El arte actual es individual o funciona a nivel grupal?
-Lo que importa es que exista un predominio de los denominados lenguajes
personales, que son los que identifican la obra y a un artista determinado, dotado de una
personalidad específica. Hoy hay proyectos colectivos, arte grupal, planteamientos colectivos
en la forma de afrontar la obra de arte y creadores individuales. La parte más maravillosa de
la contemporaneidad es la gran libertad existente y la permisividad, de tal manera que cada uno
pueda manifestarse de forma individual o en grupo. Por otra parte, más que una cuestión de
individuo o colectivo, lo esencial es que exista una continuidad y que las ideas tengan un buen
desarrollo.
-¿Cuál es el papel de la crítica, hoy?
-Los comisarios y los críticos de arte están
condicionando en exceso las circunstancias que rigen el mercado, no sólo desde el punto de
vista económico. Imponen sus criterios con respecto a la dinámica de las galerías. Estas, la
gran mayoría, están asesoradas por comisarios. Pero la venta de arte se hace de acuerdo con tus
sentimientos y estos son diversos. El galerista debe colaborar con el crítico, pero, además,
debe tener su propio conocimiento. ‘La fotografía entrará en crisis, tarde o temprano, para,
luego, renacer con más fuerza, una vez depurado el mercado’ -Se han muerto las utopías y surge
el arte espectáculo... -Se ha perdido la parte romántica del arte para volverse una cosa
extraña e internacional. Para comprender la obra de arte hoy hay que leerse un texto y analizar
de que se trata realmente. Es importante que la obra esté apoyada a nivel intelectual, pero
también cuenta su capacidad evocadora de sentimientos y su disponibilidad para que podamos
contemplar la expresión plástica en toda su pureza. La plástica en sí misma y su evocación
estética no debe perderse nunca. Siendo experimentales y contemporáneos, debemos, a la vez,
respetar los valores tradicionales. Hay artistas vanguardistas precursores hoy olvidados. Cada
vanguardia se nutre de la anterior. El purismo más rabioso no sirve si olvida el pasado. No nos
debemos dejar condicionar por el medio, sino ser coherentes con el pasado para construir el
futuro, sin saltos al vacío, pero aportando obras innovadoras y de calidad.
-¿La fotografía, a
su juicio, sigue siendo una asignatura pendiente en España a nivel de ventas?
-Existe un
potencial de desarrollo muy fuerte de la fotografía tanto en España como en Europa. Una buena
pintura no miente. En fotografía pasa lo mismo, aunque el coleccionismo tiene que considerarla
en su justa medida y olvidarse de prejuicios que no van a ninguna parte. Ahora, se ha pasado de
una época donde había escasas ventas de fotografía a otra en la que hay una especie de boom.
La fotografía, en consecuencia, tarde o temprano pasará por una crisis, que, en el fondo, es
necesaria, dado que le permitirá renacer de nuevo, provocando una depuración del mercado. Hoy
en día todo el mundo hace fotografía y cualquier cosa es arte. Existen grandes creadores pero
también artistas muy discretos y otros que no lo son. Para que la fotografía alcance el papel
que juega hoy en día han sido necesarios cien años. El arte digital y los nuevos soportes
también están viviendo su boom. Deben existir unos controles y teorías que delimiten sus
alcances y su estructuración como lenguaje plástico. En Latinoamérica la fotografía está en
pañales, mientras que en Canadá, USA y Europa ha alcanzado un grado de implantación masivo. En
México hay buenos fotógrafos, también en Venezuela, caso de Alexander Apóstol pero, como la
mayoría de latinoamericanos, se han trasladado a vivir a Europa. En mi galería la fotografía es
fundamental y estoy muy contento de los resultados obtenidos hasta la fecha.
-¿En qué directrices principales se basa su proyecto de futuro?
-Sigo con mi proceso de investigación,
buscando artistas interesantes. Estoy en la dinámica de que necesito vender para pagar mis
gastos, porque vivo de mi trabajo y tengo esta limitación. Si yo no viviera de mi trabajo
tendría, tal vez, otro proyecto de galería. Tengo que adecuarme, dentro de mis limitaciones, a
pesar de que lo que hago lo valoro y lo apoyo incondicionalmente. De todas maneras me gustaría
hacer muchas más cosas de las que realizo. La crítica no acepta lo que no conoce. Se acerca al
nombre que conoce y no se arriesga. En España estamos condicionados por el sol, el clima en
general, la economía y la política. Por consiguiente tengo que seleccionar artistas que
funcionen, dentro del nivel de experimentación y calidad que exijo. Para la Galería Fernando
Pradilla me gustaría desarrollar nuevos proyectos multimedia, apoyar las nuevas tecnologías y
el arte digital, pero estamos condicionados fundamentalmente a vender pintura, escultura y
fotografía. Soy un apasionado del trabajo. Me produce tanta satisfacción hacer lo que hago que
todas las dificultades son pocas. Soy abogado, estudié dirección de empresas pero vendo arte
desde hace muchos años y es mi auténtica pasión y mi profesión. Lo he dejado todo por el arte.
Hago las cosas en conciencia y de la mejor manera posible.
2.-JUAN GENOVÉS,
Luchador incansable por la democracia y los derechos humanos
‘LA ESCULTURA ‘EL ABRAZO’, EMPLAZADA EN MADRID, SIMBOLIZA LA MEMORIA HISTÓRICA’
Entrevistamos a Juan Genovés, pintor, pero, ante todo, un hombre de su tiempo, luchador
incansable por la democracia desde la perspectiva de las izquierdas, dotado de la coherencia
necesaria. Autor de la obra pictórica ‘Amnistía’ que se convertirá en el cartel más popular de
finales de la dictadura y la transición a la democracia, con más de 500.000 unidades vendidas,
que luego se transforma en la escultura ‘El Abrazo’, que constituye un auténtico homenaje a los
abogados laboralistas muertos en Atocha por la ultraderecha y una alegoría de la unidad de
acción y un canto a favor de la paz universal.
-La escultura titulada ‘El Abrazo’, recién inaugurada en Antón Martín, en Madrid, procede, en
realidad, de una pintura suya titulada ‘Amnistía’. Cuéntenos un poco la historia.
-En efecto. En mi estudio de la provincia de Madrid en época de la dictadura se reunió la Junta
Democrática en la clandestinidad. Me acuerdo de que, en el transcurso de la misma, me encontraba
en la ventana vigilando por si se acercaban los ‘grises’. Entre otras cosas la Junta Democrática
acordó que se hiciera un cartel para pedir la Amnistía para los presos políticos. Eran los últimos
coletazos de la dictadura, recién muerto Franco y con el gobierno de Arias Navarro vigente. En
aquel momento tenía en mi estudio obra para una exposición en la Marlborough de Zurich, que
luego se expondría en la Marlborough de Nueva York. Un compañero de la reunión, que era de la
dirección del Partido Comunista de España, viendo la obra para la exposición me comentó que
había una que podría convertirse en cartel dada la premura de tiempo que había. Se trataba de
una obra que yo le llamaba ‘El abrazo’. Finalmente se hizo el cartel a partir de dicha pintura y
el cuadro original finalmente se vendió en Nueva York, comprándolo un coleccionista de Chicago.
Con la llegada del gobierno de Adolfo Suárez se plantea el retorno de dicha obra a nuestro país
por su significado político. Al coleccionista de Chicago se le cambió
la obra por otra mía. Al llegar a España ‘La Amnistía’ se ubica en el Museo Español de Arte
Contemporáneo en Madrid.
-¿Pero... la obra desaparece del Museo, no es así?
-Sí, mejor dicho, la esconden, por orden de gente de derechas. Trabajadores de CC.OO. del Museo
constatan que dicha obra entró en el Museo y se ordenó su búsqueda hasta que se encontró. Estaba
metida en una caja, que, a su a vez, estaba dentro de otra caja, en un almacén, tirada en el
suelo. Al final se expone oficialmente en el Museo hasta que sus fondos se trasladan al Reina
Sofía, donde vuelve a desaparecer. Creo que fue más bien una cuestión política: borrón y cuenta
nueva, para olvidar los rencores contra quienes se levantaron en contra de la República
legalmente constituida e implantaron una dictadura de más de cuarenta años. Era la época del
gobierno de Felipe González.
-Lo que está claro es que la pintura en cuestión se convierte en un símbolo para toda España y
no puede estar en un almacén como si fuera un objeto más...
-En efecto. Pero, años antes, cuando se hicieron los primeros carteles del cuadro, en plena
época Arias Navarro, hubo una denuncia y pasé ocho días en la Puerta del Sol. Me acuerdo cuando
los ‘grises’ entraron pistola en mano en mi estudio, yo ya era artista de la Marlborough, además
de los ejemplares del cartel también había dinero en efectivo, producto de las ventas de la
galería norteamericana de mis cuadros y dijeron lo consabido: ‘este dinero procede del oro de
Moscú’. Ya en la cárcel me confundieron con el pintor del siglo XV, Veronés, hasta que un
comisario dio en el clavo y me identificó como Genovés, comentando ‘usted es un pintor muy
famoso’.
Pero volviendo a la época del Gobierno de Felipe González, muchas delegaciones
extranjeras de visita a nuestro país querían ver la obra que se había convertido en un símbolo
internacional. Iban al Reina Sofía, sacábamos la obra del almacén, la colgábamos y luego de
vuelta al depósito del Reina. Yo jamás dije nada al respecto, pero este símbolo de las fuerzas
políticas de la izquierda de este país no podía tener un final tan poco decoroso. Hasta que una
importante delegación japonesa preguntó extrañada por su destino, la prensa se hizo eco, hubo
muchas presiones políticas y el cuadro se colgó, de nuevo, de forma permanente en el Reina
Sofía, en el espacio dedicado a la Colección Permanente. Pero, personalmente, siempre me gustó
que su espíritu estuviera en la calle y de la obra ‘Amnistía’ a la escultura ‘El abrazo’ en
Antón Martín, hoy.
-¿Cuál es el proceso de conversión de la pintura en la escultura?
-Primero boceto en cera la obra pictórica de ‘El Abrazo’. Hago una parte abstracta y otra
totalmente descriptiva. Repito varias veces su parte emblemática. Del boceto a escala en cera
en València llevo a cabo el boceto a tamaño real también en cera. Luego, finalmente, transporto
la escultura a fundición y obtengo la obra en bronce. El Ayuntamiento de Madrid de Alvarez del
Manzano dijo sí y hoy la escultura está en Antón Martín. En su emplazamiento influyó la
posición mantenida por la oposición y la actitud de CC.OO.
-Pero antes ocurrió la matanza de los abogados laboralistas, obra de la ultraderecha en
Atocha...
-En el despacho de los abogados estaba colgado el cartel de ‘Amnistía’ en la pared. Durante el
asesinato se manchó de sangre y, a partir de este suceso, se hizo una tirada mayor del cartel y
popularmente pasó de llamarse ‘Amnistía’ a ‘El Abrazo’. Está claro que la escultura ‘El abrazo’
se ha convertido en parte inherente de la memoria colectiva del pueblo español. Antes de su
inauguración, en una de esas visitas que realicé a su emplazamiento, unos empleados de una caja
de ahorros próxima me dijeron que ellos se encargarían de vigilar y evitar que las pintadas de
los grafittis ensucien la base de la estructura de la escultura. Hasta ahora no hay ninguna
pintada.
-¿Cuál ha sido su colaboración con la Plataforma ‘Cultura Contra la Guerra’ en relación a la
guerra de Irak?
-De la obra que presenté delante del Reina Sofía les he ofrecido que se haga una serigrafía con
una tirada de 100 unidades. Asimismo, se decidió que se llevara a cabo una itinerante de la
exposición por toda España (Catalunya, Gijón, Sevilla y otras localidades).
‘Si fabricamos artefactos para pensar hay que readecuarlos hacia el terreno de la paz’
-¿Se trata de una apuesta del arte por la paz?
-Está claro que sí. La guerra en Irak nunca se acabará. Irak es un país ocupado, cuando es un
pueblo con una cultura milenaria que puede perfectamente decidir por sí mismo. Desastre y
locura en Irak. Estuve en el país antes de la guerra, y debido a las condiciones prebélicas, su
pueblo se había empobrecido. Es un país extenso, pero la miseria parece invadirlo todo. Y,
ahora, además, el caos, la pobreza extrema y la falta de libertad. Es un retroceso total.
-¿A qué nivel se encuentra su compromiso con la cultura y la política?
-La gente de la cultura nos encontramos ante un régimen de bestialidad. La derecha se dedica a
insultar, a decir lo que le da la gana. La nueva derecha se ha quitado la máscara y se ha
mostrado tal cual es.
-¿Dentro de este contexto político como ve la colaboración del arte contemporáneo y de la
pintura en particular?
-El compromiso de un pintor lo tiene a pesar de él. Mi compromiso es el de siempre. Somos una
parte minúscula del pensamiento. Si fabricamos artefactos para pensar hay que dirigirlos hacia
el terreno de la paz y de los derechos humanos.
‘Se debería de publicar el libro de la resistencia de los artistas contra Franco’
-En la historia de la lucha contra la dictadura los artistas plásticos han desempeñado un
importante papel, aunque ello no ha sido reflejado en las crónicas ni tampoco en los libros de
la transición. ¿Por qué?
-En efecto. La primera reunión a nivel estatal de artistas plásticos que se hizo en nuestro
país se llevó a cabo en mi estudio de la provincia de Madrid en 1967.
Era la época en que en
Bellas Artes nos agrupábamos para analizar problemas del momento más de 600 artistas. El papel
de los creadores plásticos contra la dictadura ha sido primordial. Hubo un famoso encierro en
el Museo del Prado, donde 80 artistas durante tres horas protestamos contra la dictadura. La
policía entró y nos sacó a rastras.
Soy uno de los fundadores de VEGAG y considero que los
artistas deben luchar por sus intereses para ser tomados en consideración. En mi caso, yo fiché
por la Galería Marlborough en Nueva York en 1966 y, al mismo tiempo, pintaba murales en las
calles y barrios obreros.
Es fundamental que se publique el libro de la resistencia de los
plásticos contra la dictadura de Franco.
‘Me planteé dejar la pintura y me puse a hacer joyería de influencia pop’
-Hubo un momento en su carrera de pintor que se planteó dejar la pintura. ¿Cuéntenos cómo fue?
-Formé el Grupo Ondo, momento en que la nueva figuración y Francis Bacon irrumpen en el
panorama artístico europeo e internacional. Juana Mordó fichó a algunos miembros del grupo Ondo
y luego no hizo nada. Luchábamos no sólo contra la dictadura, sino que también teníamos en
contra a Juana Mordó, los informalistas y el Grupo El Paso, en el sentido de la competencia.
Debido a la acción de Juana el Grupo Ondo desapareció y yo estuve un año y medio al margen de
la pintura desengañado de todo y me puse a hacer joyería. Tenía a un representante que me iba
vendiendo a nivel nacional y presenté una colección de 40 joyas en la Feria de Nueva York. Era
un tipo de joyería de características icónicas, muy pop-art, altamente irónica.
Poco a poco fui recuperándome y me planteé hacer una pintura totalmente política, oscura,
negra, absolutamente libre y sin condicionamientos, siempre con el ser humano como elemento
identificador, presentado solo o en multitud. Un amigo mío que ocupaba un cargo importante en
la Dirección General de Bellas Artes me propuso hacer una gran exposición pictórica de mi nueva
obra en 1965. El texto de la muestra lo escribió Vicente Aguilera Cerni y el catálogo se agotó
a los tres días de exposición. Eran los tiempos de Fraga y una obra mía se reprodujo en primera
página de ABC. Tuvo una repercusión enorme e incluso gente del régimen me compro obra. Con este
éxito en España, aunque mi amigo fue despedido de su cargo y yo no las tenia todas conmigo
porque pensaba que acabaría en la cárcel, fui seleccionado para la Bienal de Venecia del 1966.
-Su obra constata la existencia del ser humano ante la soledad, grandes espacios, visto desde
ángulos y perspectivas muy distintas, dentro de una lectura urbana, donde la prisa, la
masificación y la opresión mandan. El individuo ante el compromiso de hoy y la lucha de siempre.
¿Por qué?.
-El artista es, en cierto sentido, notario de la realidad. Si pintamos entramos en el mundo del
mirar, de la imagen. Es el mundo de la mirada. Mirando se piensa. La mirada es un arma. Hay que
perfeccionar la mirada para entender cada vez mejor las cosas.
‘La mirada de Velázquez es burguesa, mientras que la mía recupera al espectador’
-Su pintura recupera el protagonismo del espectador. ¿Hasta qué punto...?
-En la pintura tradicional el espectador es pequeñito y el artista es muy grande. Por ejemplo,
en el caso de ‘Las Meninas’ de Velázquez, éste es enorme y el espectador insignificante. Es una
mirada burguesa. En mi obra el espectador se convierte en el auténtico protagonista. Recupero
el auténtico diálogo entre espectador y obra. Cada espectador es un representante genuino de la
sociedad en la que vivimos. El que hace la obra es el espectador. Por este motivo he dicho que
no se pusiera placa alguna en mi escultura ‘El Abrazo’. El tiempo y la acción del ciudadano
serán los que impondrán su ley.
-Por su vitalidad y actitud está claro que la pintura no ha muerto...
-La pintura es un muerto que goza de muy buena salud. Vengo de la Feria de Basilea, donde se
está constatado un renacer la pintura, al igual que en Arco y en otras ferias importantes.
-Le concedieron el premio de la crítica en la Bienal de Venecia de 1966 y después fichó por la
Galería Marlborough. Fue un año de cambios profundos en su trayectoria...
-Expuse en la Bienal de Venecia de 1966 seleccionado con 10 obras, me colocaron en un rincón,
para dar imagen de una España moderna que no existía. El comisario González Robles estaba
aterrado porque tuve un éxito descomunal y me dieron el Premio de la Crítica. Los críticos y
periodistas italianos le preguntaron al comisario que por qué no estaba yo mejor representado.
Les contestó, olvidándose de que yo estaba muy cerca y les estaba oyendo, que ‘era muy vago y
era lo único que había traído’. Le repliqué acto seguido de que ‘en mi estudio tengo más de 50
pinturas’.
En el momento en que me daban el Premio de la Crítica el Embajador de España se
marchó del acto. Me dejaron sólo. Luego fiché por la Galería Marlborough en la que sigo estando
en la actualidad.
-¿Qué opinión le merece el coleccionismo de arte contemporáneo en nuestro país?
-Los coleccionistas de arte en España aún son pequeños. Los cuarenta años de dictadura
franquista han hecho mucho daño al arte. Francia y Alemania, a pesar de ser países que
combatieron directamente en la Segunda Guerra Mundial se recuperaron con rapidez gracias a que
estuvieron integrados en la sociedad de naciones. En la época de Felipe González hubo un cambio
positivo.
-¿Y qué papel juegan las galerías españolas en el contexto del mercado del arte internacional?
-El mercado del arte internacional está dominado por las galerías norteamericanas, japonesas,
francesas y alemanas, entre otras. Debemos abandonar el concepto de mirarnos el ombligo y ser
verdaderamente poderosos y movernos a nivel mundial. La dictadura también influyó en este tema.
Se trata de tener una mentalidad realmente flexible y abierta, con unas miras cosmopolitas. El
otro día estuve leyendo varias revistas de los tiempos de la II República y se ve claramente
que, a nivel de apertura de miras, forma de pensar de los ciudadanos, aún no hemos llegado a
esos años. La dictadura nos ha atrasado más de cuarenta años y nuestra democracia es incipiente.
En toda Europa no existen tantos programas de tele basura como en el nuestro. Es un índice del
momento ‘cultural’ que vivimos.
Todavía existen las dos Españas: La de derechas y la de la libertad
-¿Qué libro está leyendo?
-‘Los Episodios Nacionales’, de Benito Pérez Galdós. Nos olvidamos de las cosas importantes.
Hay que recuperar la memoria histórica. Los problemas que cuenta Galdós del siglo XIX son los
de ahora.
Ahora también existen las dos Españas: la España de derechas y la auténtica España de
la libertad y la democracia. Con Aznar hemos vuelto al siglo XIX.
-¿A qué nivel se encuentra el cine contemporáneo?
-En líneas generales se está haciendo un cine excesivamente comercial. Domina el cine
americano, cuando en Europa tenemos cineastas de gran calidad. Aunque el momento actual no es
el de Jean Luc Godard, François Trufautt y Luis Buñuel, entre otros. Estamos inmersos en un
cine absolutamente naïf.
-¿Goza de buena salud el arte, hoy?
-Al arte le pasa un poco como al cine. Está tan pegado al dinero que se está creando una
especie de burbuja que cada vez lo aisla más de la gente. Está claro que debemos cambiar
nuestro comportamiento. Uno de los países en los que me siento más realizado como artista es
Francia, y, concretamente, París, ciudad en la que durante la inauguración, tarde y noche,
acuden personas que preguntan al artista por su obra, interesándose por sus procedimientos
técnicos y sus ideas. La cultura francesa es profunda y su grado de conocimiento artístico
admirable. En nuestro país es un desastre.
En las inauguraciones la gente habla de sus cosas a
espalda de los cuadros del artista, sin saludarle en algunos casos, sin interesarse por su
nueva obra en otros. Es un auténtico paripé. A veces pienso que si el artista decide
marcharse en plena inauguración su ausencia no se notaría.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte
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