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ALBERTO CERRITOS
RUTA CRITICA VII
22.-Alberto Cerritos, el mirar interior del ojo, ser humano y máquina.
Alberto Cerritos, el mirar interior del ojo, ser humano y máquina.
Teórico del Complex Arte, creador de una multidisciplinar obra, especialmente en las
disciplinas de pintura, obra gráfica, escultura, escultura monumental, dibujo y arte digital,
muestra sus planteamientos expresionistas, que conjugan series totémicas, con signos
primitivos, auténticos homenajes a culturas ancestrales con series dedicadas a las máquinas,
los circuitos impresos, el mundo ciber y la geometría de lo transdigital. De la Era del
Ser Humano a la Era Digitalis, pasando por los estadios de Narciso, Complex Arte y la
Serie Ojos. Mirar y ser mirado. La mirada interior, que sale del alma, que se configura
en el mundo del subconsciente, del onirismo, producto de los sueños. Pero también es una
mirada lumínica, aunque definida, con origen, constatable. Para ello establece formas
geométricas para configurar la paradoja de la utilización de elipsis y metáforas,
describiendo la necesidad de ver más allá de la anécdota.
En plena era de la civilización tecnológica, donde todo tiene una explicación determinada,
dado que se busca la racionalización de los procesos, Alberto Cerritos construye nuevos
parámetros de comunicación a través de sus seres máquina, circuitos impresos con corazón
o alusiones cromáticas intensas que muestran una pléyade de cables, formas inconexas en
apariencia, pero, totalmente coherentes. Dentro de este contexto la Serie Ojo se basa en
la mirada, en resaltar los aspectos del humanismo más sutil, para posarse plácidamente en
la vivificante mirada de lo que existe más allá de la razón común y que asoma en los inicios
del siglo XXI.
Dialoga a ambos extremos del espejo de Alicia. En un lado está la imaginación y la fantasía
y en el otro la racionalización y el raciocinio de la mente. Pero, por otra parte, también
se plantea la existencia de una mente sensible y con imaginación, que sería el nacimiento
de una nueva civilización, que, antes, con los esenios, lemures y atlantes dio grandes
pasos para concretar nuevas metas que se alcanzaron pero que no cristalizaron hasta
nuestros días de manera masiva, pero sí, a través de sus adeptos.
De ahí que la vida para Alberto Cerritos, aunque está construida a base de grandes teorías
y de notables esperanzas, deseos románticos y oníricos, también se basa en la sustanciación
y determinación de destacados planteamientos fundados en la formulación
de voluntades que rompen fronteras, que se aúpan en un carro de singulares medidas, que
viaja a grandes velocidades. Es la imaginación, que se recrea en los parámetros del amor y
de la intensidad de la sensibilidad.
Si miramos en el interior de su obra veremos como las formas se mueven, son geometrías de
diferentes colores y formas, especialmente cuadrados, círculos y rectángulos, que se
sugestionan y se vuelven a sugestionar de manera involuntaria. Movimiento, dinamismo, masa,
transformada por la energía, que genera luz. No hay nada estático, todo es movimiento y
dinamismo, estadios de la propia evidencia a partir de la formulación de las teorías de
la forma en espacios, reducidos o no, evidentes o constatables, hasta el punto de avanzar
hacia otros planteamientos de la ecuación espacio-temporal. No existe el tiempo, tampoco
el espacio, la forma es un espejismo, el color un adjetivo que se transmuta constantemente.
Asimismo no sabemos donde se halla el dentro y el fuera, el más allá y el más acá. Lo
único que hay de cierto en todo ello es que no hay nada, solo el vacío, la ausencia de
todo y de ahí que exista la dinámica de la propia vertebración de las formas. La realidad
es la forma, que nutre las moléculas, que conforman nuestros cuerpos, es decir a nosotros
mismos. De ahí que sus ojos, nuestros ojos, seamos todos, ellos, nosotros, vosotros y los
de más allá. No hay dentro ni fuera, las fronteras son un invento mental, dado que separan
conocimientos, cuando, en realidad, lo difícil es buscar una explicación racional a la
armonía de lo existente. No hay proceso sin consecuencias, dado que toda causa produce
su efecto.
Penetramos en el interior del ojo, nos interesamos por el laberinto de calles,
por los adornos geométricos, por el baile de estructuras, que parece surgido de un sueño
surreal, donde el onirismo se incardina con las concepciones de la transmutación de la
materia. No hay verdad constatable, no existe la propia evidencia de la materia, sino una
noción de apariencia, de figura más o menos concreta, de cortina visual demostrable que se
autorrealiza de manera constante. Constatamos la desintegración de la materia, transmutación
del átomo, molecularización de la forma, geometrización del átomo, para explicar el alcance
de la densidad, sometida a la existencia de la masa, que es energía, que viaja a velocidades
energéticas casi insuperables para encontrarse al lado otro lado del ojo- espejo, en el
mundo de la realidad, donde la mente sabia de la Era de Acuario conforma y alienta las nuevas
creaciones al compás del calor sutil de la voluntad energética del cambio que se vislumbra.
Soplan vientos cibernéticos en la Era Digitalis, en la que el Complex Arte no es otra cosa
que la realidad de la tecnología aplicada al arte y la persona. Saber asumir con elegancia
los cambios, bucear en las interioridades de la nueva filosofía para hallar el amor eterno
es una de las premisas que se ha planteado Alberto Cerritos. Un hombre que es artista,
romántico, soñador de mundos imposibles, solidario, potenciador de grupos de artistas
como La Raza de Canadá o miembro de la ejecutiva del Consejo Mundial de Artistas Visuales,
observa con detenimiento y serenidad, la imagen de la propia evidencia de la esencia
plástica, que se ha conformado a través de la historia y que se vehicula, en la actualidad,
como expresión de último cuño dentro de la fusión de distintos orígenes.
Mientras, las moléculas se mueven, los átomos vibran y la máquina y el ser humano
condenados a entenderse.
Joan Lluís Montané.
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte. Madrid, España/2006
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